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Una sumisa

Como comenzó todo

No se cuantas veces me han hecho la misma pregunta: ¿cómo empezaste en esto? Bueno, la verdad es que no creo que exista un día concreto ni una situación determinada. Recuerdo que ya de muy pequeña me atraía la idea de que alguien me dominara, que ejerciera su fuerza sobre mi y me obligara a hacer cosas que pudieran resultarme humillantes, desagradablesy porqque no, incluso dolorosas. Mis primeros contactos con el sexo no fueron precisamente dignos de ser recordados, tan solo fueron probatinas que se sucedían una tras otra pero que no me satisfacían. Todo eran relaciones (por llamarlo de alguna manera) más bien pasajeras. Recuerdo la primera vez que hice una mamada, yo no debía tener más de 16 años y aquel chico no llegaba a los 18. Después de habernos enrollado en el bar de turno, de los consiguientes magreos y metidas de mano, salimos de alli y nos dirigimos a un lugar más tranquilo. Estábamos en el casco antiguo de la ciudad y encontramos un solar en obras, nos metimos alli y continuamos con nuestros tocamientos. Yo oía los pasos y las voces de la gente que pasaba por la calle, pero poco me importaban, de hecho me gustaba, pero me daba vergüenza reconocerlo, de modo que no hice ningún comentario y comencé a desabrocharle el pantalón a aquel chico; a él debió de incomodarle estar en un lugar tan accesible a la vista de los transeuntes, ya que me empujo bruscamente hacia una pared para escondernos de las miradas furtivas. Una vez alli, ya se imagina lo que sucedió, él me fue empujando poco a poco hacia abajo hasta que mi cara quedó a la altura de su miembro. Yo no me lo pense dos veces y comencé a acariciarlo, a lamerlo... Pensaba que aquello no me iba a gustar y que no sabría cómo hacerlo, pero a mi sí que me agrado y por la reacción de aquel chaval, no debió de salir del todo mal. Cuando ya le había cogido yo gusto, me levanto y me puso de espaldas contra la pared, yo traté de resistirme, aquello ya me parecía demasiado, pero descubrí que cuanto más me resistía, más insistía él y más me gustaba a mi esa situación; estaba confusa y no sabía que hacer, de modo que trate de explicarle que se me hacía tarde y que debía marcharme. Él no dijo nada, tan solo me volvió a guiar hasta su pene para que terminara el trabajo y asi lo hice.
Esa noche apenas pude dormir, no paraba de darle vueltas a esa sensación tan extraña que había tenido cuando traté de resistirme y él insistía, tan solo decía: "tranquila, no pasa nada" ¡y yo sa´bía que era verdad! Pero algo dentro de mi hacía que me resistiera... La misma sensación me sobrevino durante años en situaciones similares, pero traté de no darle importancia, además me gustaba aquello asi que no quería hacer nada por "remediarlo". Con tan solo 15 o 16 años poco me podía imaginar de lo que se trataba, ahora pienso que quizás de algún modo estaban comenzando a despertar en mi instintos y sensaciones que hoy conviven conmigo día a día y de los cuales disfruto siempre que puedo.

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