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Una sumisa

No soy una persona barata

No soy una persona barata

AVISO: Todo lo que aquí pueda leerse es una mezcla de vivencias y relaciones diferentes y es un punto de vista personal que no tiene porque coincidir con el de los demás. No pretendo ni dar lecciones, ni señalar, ni nada similar.

No soy una persona barata, en ninguna de mis facetas, ni como amiga, ni como trabajadora, ni como familiar, ni por supuesto tampoco como sumisa. Puede que haya a quien una afirmación así le sugiera cierta presunción o altivez, pero nada más lejos de la realidad. El hecho de que no me considere una persona barata simplemente significa que le doy importancia a todo, TODO, y absolutamente cualquier gesto o palabra para mi tiene mucho valor, para bien y para mal, tanto lo que recibo como lo que doy. No me gusta regalar palabras, no soy de regalarle los oídos a la gente, y las cosas que hago, digo y muestro, lo hago siendo totalmente consciente de que quiero y es lo que deseo, además de ser lo que pienso y lo que me sale de dentro.

Todo esto en mi faceta de sumisa adquiere un matiz especial y que a menudo se contradice con lo que por desgracia algunas personas que se acercan a este mundo opinan de lo que debería ser una buena sumisa. La verdad es que me importa más bien poco lo que algún desconocido pueda opinar al respecto, y el tema de “buena sumisa” es algo que a mi parecer no merece la pena si quiera discutir; cada uno tiene su visión y no seré yo quien me meta a tratar de cambiarla o refutarla.

No, hoy no voy a hablar de ser buena sumisa, no es algo además con lo que me sienta especialmente cómoda, ya que no me considero ejemplo de nada. Hoy más bien pretendo ordenar en mi cabeza la importancia de todas esas “pequeñas” cosas que me hace desear ser la mejor sumisa que mi Amo pueda llegar a imaginar, o perderme en la más profunda de las frustraciones al no considerarme merecedora o suficiente de estar al otro lado de la correa.

Creo que uno de los principales motivos por los que no me considero una sumisa barata es mi percepción de lo que no solo ofrezco, sino de lo que soy capaz de dar y de hecho doy. Soy de esas que con la persona elegida es capaz de vendarse los ojos y anular cualquier atisbo de deseo o voluntad propias en pro del placer y satisfacción del otro. Con la persona que así me lo inspira no tengo límites ni fronteras, cualquier cosa que se me pida o se me proponga se torna en posible con tiempo, esfuerzo y dedicación. Límites, que en un principio parecían infranqueables, se han superado sin apenas ser consciente, en el momento oportuno y de la mano de quien lo hizo posible.

Posiblemente si mi experiencia y vivencias como sumisa hubieran sido más físicas serían muchos más límites los que habría superado, pero por diversas circunstancias la gran mayoría de mis relaciones D/s han transcurrido a distancia. Estoy acostumbrada ya a ese tipo de relaciones y eso hace que la parte mental se haya perfilado como lo más importante para mí como sumisa. No concibo una D/s en la que los encuentros ocasionales se restrinjan única y exclusivamente a sesiones, eso a mí no me llena, necesito más, necesito cierta rutina, cierta estabilidad, cierto contacto…necesito sentirlo constantemente, sentir que pertenezco, sentir que despierto interés y deseo, sentirme protegida y cuidada, sentir que crezco y que me hacen crecer.

Puedo prescindir de cientos de prácticas y de sexo, puedo prescindir de juegos en la intimidad, puedo prescindir de cuerdas, inmovilizaciones, spanking, cera o lo que sea, pero de lo que no se prescindir es del control. Si tengo una relación D/s los encuentros deben transcurrir en torno a ese control, a la sumisión y a la dominación. En ocasiones los encuentros eran tan fugaces que se limitaban a sesiones más o menos elaboradas que acababan en sexo, en las que poco o nada sentía la dominación porque quedaba relegada a un segundo plano y nunca me sentí plena ni satisfecha tras ese tipo de encuentros. Por el contrario en ocasiones, encuentros que transcurrían en una aparente normalidad, en lugares públicos, y en los que el sexo no estaba presente me han llenado mil veces más al sentirme, en ese caso sí, dominada y controlada.

La parte sexual es fácil satisfacerla si de verdad lo necesitas, incluso con algo más subido de tono que el típico “aquí te pillo aquí te mato”, pero sólo es eso, sexo, y en ese caso ni soy ni me considero sumisa con esas personas, simplemente una mujer con ganas de disfrutar en la cama.

Pero si hablamos de Amo la cosa cambia. Si hablamos de mi yo sumisa mis necesidades son totalmente diferentes. Como decía antes me gusta y necesito sentir el control permanente de un modo u otro. Ya he dicho que en el momento en el que me entrego no dejo nada guardado, lo doy todo, y en cierto modo espero algo similar de vuelta. Obviaré la parte en la que argumentar que a pesar de ser la D/s una relación asimétrica, no significa que la sumisa deba aceptar lo que el Amo le vaya a ofrecer sin más, no es mi caso. Sí, se trata de una relación asimétrica, pero eso para mí no excluye que cada parte deba aportarle algo a la contraparte.

¿Y qué es eso que yo busco que me aporte un Amo? Simplemente control. Me gusta saber que pertenezco y que además el Amo está orgulloso de ello, sentirme vigilada y casi examinada cada día con su consiguiente felicitación o reprimenda según corresponda, sentirme importante y deseada y saberlo. Aquí es dónde para mí cualquier detalle, por pequeño que parezca, cobra tanta importancia, aquí es donde esas rutinas se vuelven necesidad, donde  orden hace que me excite y me sienta suya.

No diré que  sea fácil hacer sentir ese control y esa dominación a distancia, pero sí es cierto que apenas unos minutos al día pueden llegar a marcar la diferencia entre el deseo y la adoración más absolutas o la mayor de las indiferencias.

Un escueto mensaje inesperado manifestando orgullo hacia la propiedad, una imagen o un gif sin necesidad de palabras en el que quede patente el deseo que se despierta, un mensaje de voz cuando sabe que estás ocupada y que no poder escucharlo hará que te mojes y solo pienses en el momento de escaparte para poder escucharlo, una simple orden a mitad de la jornada de algo tan “tonto” como “muéstrame lo que es mío, ya”…esos pequeños gestos que hacen que tu día cambie, que de pronto sientas el calor subiendo a tus mejillas, la humedad en tu entrepierna y una sonrisa de perra orgullosa se dibuje en tu cara. Son apenas un par de minutos lo que supone enviar algo así, y sin embargo el efecto que tienen en mí dura horas y hace que el sentimiento de sumisión, pertenencia y entrega siga creciendo y aumente más cada día.

Además hay otra cosa que es para mí fundamental en este tipo de relaciones D/s a distancia, dos para ser más exacta: la comunicación y las rutinas.

Cuando se sabe que el contacto físico directo no va a ser todo lo frecuente que se desearía la comunicación se torna esencial. Da igual que sea a través de llamada, videoconferencia o mensajes, pero de un modo u otro esa comunicación no se debería perder, o de lo contrario es muy probable que todo se vuelva monotonía y que poco a poco ese deseo de pertenecer se vaya apagando, puesto que llega un momento en el que si no se percibe que el Amo está orgulloso de la sumisa, si la sumisa comienza a sentir que no es suficiente, que está pasando a un segundo plano y que se convierte tan solo en un entretenimiento ocasional, irremediablemente acabará por sentirse abandonada y los sentimientos que eso genera habiéndolo dado todo son largos y complicados de superar. Sin embargo, si esa comunicación existe y es frecuente, la sumisa (al igual que el Amo) podrá manifestar esos miedos y esas sensaciones que de callarlas acabarán consumiéndola poco a poco. Por muy convencida que esté una de que lo está haciendo bien, que está entregándose todo lo que puede y lo que el Amo desea, si llega un momento en el que todo eso no queda patente es complicado mantener esa seguridad y convicción. Cuando los silencios se multiplican y cuando el Amo no expresa sentimiento alguno de ningún tipo, la sumisa tiende a sentir que fracasa y esa sensación es demasiado poderosa como para poder combatirla sola y en silencio, y acaba por destrozar toda esa confianza que se ha ido creando entre los dos, toda esa complicidad y deseo que antes estaban presentes 24 horas al día se desvanecen y dejan paso a otros pensamientos y sentimientos negativos que van haciendo que todo se desmorone.

A veces, cuando esto sucede, una se aferra a las rutinas que se establecieron en su día, esas cosas que han pasado a formar parte de tu día a día, desde llevar un diario de sumisión, el uso de un tipo u otro de ropa, el modo de peinarse o de maquillarse, ejercicios diversos o rutinas de masturbación…cualquier cosa que recuerde que se tiene Dueño pueden ayudar en esos momentos de ausencias o falta de comunicación, pero lo hacen durante un tiempo, porque después es fácil que se conviertan en recordatorios de lo que era y ya no es. Esas rutinas pueden volverse en tu contra y recordarte que tú sigues dándolo todo incluso en momentos en los que no se tiene en cuenta, que podrías incluso dejar de hacerlo y Él no lo sabría, y es en ese momento en el que la sensación de abandono y de no ser suficiente y de haberse equivocado comienza a hacer mella.

Las rutinas son maravillosas, despertarte por la mañana con la ilusión de que Él estará presente de un modo u otro porque tú le estás satisfaciendo en la distancia, saber que de algún modo Él controla tu día en la distancia y eres incapaz de dejar de pensarle, excitarte y ruborizarte cuando alguna de esas rutinas es percibida por la gente que te rodea aunque no sepan el porqué o el para quién. Esas rutinas le dan a una paz, seguridad, fuerza y deseo; hacen que pases el día esperando uno de esos pequeños detalles en forma de audio, mensaje o llamada, esperas ansiosa el momento en el que poder comunicarte con Él y sentirle más cerca, contarle que aquello que hiciste para Él te puso en una situación comprometida en público o que estuviste horas tratando de ocultar tu excitación al pensarle…todas esas rutinas en una relación D/s a distancia se convierten en pilares a los que no solo te aferras sino que te proporcionan esa necesidad de contacto y control permanente que la distancia hace imposible. 

Quizás haya quien piense que son muchas cosas, que es mucho tiempo para estar pendiente de la sumisa, pero lo dije cuando empecé: no soy una persona barata. A mi sin embargo no me parece tanto, unos instantes cada día para mantener el contacto, el deseo y el control, unos minutos al día para compartir y disfrutar ambos de la relación, unos minutos al día a cambio de mis 24 horas al día pensándole, sintiéndole, deseándole, complaciéndole. Quizás en el fondo sí soy una persona barata.

2 comentarios

1_sumisa -

Vaya...acabo de leerlo...muchas gracias...aunque no se si merezco algo así ^^

LIBRE RAL -

Pues sin haber leído este texto hasta hoy , llevo ya un tiempo pendiente de ti a diario, de tus cosas, comentarios, fotos, me gustan y las disfuto, en algunos casos me excitan hasta el punto de tener que masturbarme y en otros casos me preocupan tus preocupaciones o circunstancias. Siendo ya para mi tú presencia algo necesario y muy agradable.Gracias