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Una sumisa

El primer viaje...

El primer viaje...

Las indicaciones habían sido claras: “harás el viaje en tren, con el huevo en tu coño y esperando mis indicaciones”.

Ella no necesitaba más, a pesar de no haberle sentido nunca delante, esas eran palabras más que suficientes para hacer que su coño apenas ofreciera resistencia al metérselo y comenzara a lubricar sin necesidad de encenderlo. 

Poco a poco había ido conociendo sus gustos y preferencias y la víspera se había tomado su tiempo para preparase para él. Había dejado su vulva perfectamente rasurada hasta sentirla suave y lisa al tacto, sus manos y pies habían sido cuidados y preparados para presentarse delicados y elegantes, su cuerpo entero había pasado por una sesión de masajes y aceites para dejar la piel tersa y suave. También había elegido la ropa con cuidado, acorde a sus gustos, una camisa lo suficientemente apretada para marcar sus pechos y que sus pezones se vieran erectos cuando la excitación fuera en aumento, y un pantalón que marcara su imponente culo y que además mostrara lo mojada que estaba llegado el momento y permitiera un fácil acceso a su coño empapado en cualquier lugar y momento. Le había parecido extraño, pero esta vez sí le había ordenado que se pusiera bragas y así lo hizo. 

Llegada la hora y tras esas palabras que retumbaban en su cabeza, se subió al tren, buscó su asiento y colocó a sus pies la bolsa de viaje de la que sobresalía una vara…sí, eso también había sido idea suya y sin duda conseguía que un escalofrío recorriera su cuerpo de arriba abajo cada vez que la veía y sentía que alguien la miraba.

Cuando apenas había comenzado el viaje llegaron las primeras indicaciones: “enciende el huevo, levántate y ve al vagón cafetería. Pídete algo, siéntate y envíame una foto para ver la gente que hay.”

Tras pedir se sentó en un taburete mirando hacia la ventana y le envió la foto. Había un grupo de jóvenes que ocupaban casi toda la barra y un señor sentado dos taburetes más allá de donde estaba ella. Miraba por la ventana, con el móvil en la mano, esperando nerviosa y ansiosa el siguiente mensaje. El teléfono vibró: “sube la potencia del huevo y gírate hasta estar mirando de frente al señor que tienes al lado. Abre las piernas y no las cierres.” Despacio y sin que pareciera nada brusco hizo lo que le había ordenado y sintió como su coño se había humedecido más mientras leía el mensaje. Sabía que no era posible, pero tenía la sensación de que su pantalón de color claro delataría lo mojada que empezaba a estar. El señor levantó la vista de la revista que ojeaba, le echo una fugaz mirada y sonrió, para volver a dirigir su atención a la revista. Ella sintió a la vez alivio y decepción al ver que el desconocido apenas se había fijado en ella, pero no se había dado cuenta de que uno de los jóvenes que charlaba animadamente en la barra sí la estaba observando. Cuando sintió su mirada se tensó y sintió una punzada en su coño y al bajar la vista vio como sus pezones comenzaban a marcarse a través de la blusa. Se ruborizó y noto como el calor la invadió. Justo en ese momento volvió a vibrar el móvil: “levántate y ve al baño, hazte una foto de lo que el resto ve y envíamela.”

En el baño, al hacerse la foto y mirarse en el espejo se dio cuenta de que no solo sus pezones la delataban, también estaba ruborizada, pero su pantalón aún estaba seco, aunque no iba a ser así por mucho tiempo…

“Sube la potencia a ese huevo, siéntelo vibrando en tu coño, pellízcate los pezones con una mano y con la otra azótate el coño hasta que empiece a estar rojo.”

Mientras obedecía su respiración comenzaba a entrecortarse, cerraba los ojos y la imagen de su mano en su coño hacía que se mojara aún más, era consciente que después de eso lo más seguro es que el pantalón no pudiera disimular más lo cachonda que empezaba a estar.  Salió del baño algo mareada y aún con dificultad para respirar, con la blusa más desabrochada y el pantalón marcando su raja haciendo que se fuera humedeciendo con cada paso que daba. Volvió a la cafetería, se sentó de nuevo en un taburete con las piernas abiertas y recorrió el vagón con la mirada. El señor ya no estaba, en su lugar había una pareja, y el grupo de jóvenes de la barra ahora era más numeroso y ruidoso. El mismo joven que la había observado un rato antes la observó ahora, y sin duda se daba cuenta de que algo le pasaba por cómo la miraba. El teléfono siguió vibrando y los mensajes que leía hacían que su excitación aumentara. En apenas 5 minutos de mensajes e imágenes mostrando lo que esperaba al llegar su pantalón sin duda ya había empezado a mojarse y sus pezones cada vez estaban más duros. Deseaba salir de allí, ir al baño y masturbarse, pero no, no eran esos los planes que él tenía. 

“¿Estás muy húmeda?”

“Sí…” le contestó ella.

“Vas a ir al baño, vas a quitarte las bragas, te vas a sacar el huevo y lo vas a limpiar con ellas y luego te las vas a meter en el coño, que se empapen bien, y las vas a dejar allí.”

Sintiendo la mirada del joven clavada en su culo cuando se levantó, se dirigió al baño, estaba ocupado, así que tuvo que esperar, apretando las piernas y con movimientos nerviosos de pie en la puerta. Sabía que no era real, pero sentía como le resbalaban las gotas de flujo por la pierna. Una vez entró en el baño se bajó los pantalones y se quitó las bragas, estaban más mojadas de lo que imaginaba, se sacó el huevo que aún vibraba y unas gotas de flujo cayeron sobre su pantalón, estaba chorreando literalmente. Se metió las bragas en el coño, las empapó y las miró. Podía oler su excitación, ese olor que tanto la incomodaba y que tan nerviosa la ponía al pensar que alguien más lo oliera. Las dejó sobre el lavabo, se volvió a meter el huevo y se subió los pantalones, ahora ya no solo tenían una marca de humedad por delante, también tenían gotas de flujo en la parte de atrás. Hizo una foto de las bragas en el baño y salió esperando no encontrar a nadie en la puerta. 

Se dirigió a su asiento y siguiendo las indicaciones bajó la potencia del huevo y trató de relajarse. Cuando por fin había conseguido regular su respiración el teléfono volvió a vibrar, esta vez no era un mensaje, era un audio. Le tembló la mano, miró a su alrededor y dudó si levantarse para escucharlo en un sitio más discreto, pero antes de que le diera tiempo a reaccionar llegó otro mensaje: “no te levantes, cierra los ojos, escucha el audio y disfruta”

La respiración se le volvió a acelerar, con la mano temblorosa se acercó el móvil al oído, no había nadie sentado a su lado, pero si delante y detrás.

“Eres una buena perra, y eso tendrá su recompensa, pero no sin antes hacer que yo disfrute de ti. En un rato llegarás a la estación y yo estaré allí. No me verás, pero te estaré observando. Bajarás del tren, con el huevo todavía dentro y a máxima potencia. Te dirigirás al baño, y te acercarás al kiosco de periódicos, le dejarás el mando del huevo a la señorita que está allí y te irás al baño para sacarte las tetas por fuera de la copa del sujetador, sin quitarlo. Saldrás de la estación y te sentarás en el banco que hay enfrente, con las piernas abiertas, la espalda recta haciendo que esas tetas se marquen bien a través de la blusa y la mirada hacia el suelo. Hazlo. Te estaré vigilando”

Esa voz, ese tono firme y sosegado, autoritario…se olvidó de dónde estaba y de si alguien lo había escuchado o no…comenzó a marearse con la excitación, le temblaban las manos y apretaba cada vez más las piernas retorciéndose en el asiento sin darse cuenta. Ahora solo deseaba llegar.

Anunciaron su parada, ansiosa cogió la bolsa con la vara sobresaliendo, al mirarla un escalofrío recorrió de nuevo su cuerpo, seguía excitada, mucho… Bajó del tren y no pudo evitar echar una mirada tratando de encontrarle, pero casi instintivamente se ruborizó, bajó la mirada y siguió todas y cada una de las indicaciones de aquel mensaje de voz, solo recordar y reproducir el mensaje en su cabeza era suficiente para ponerla nerviosa. Fue al kiosco, le dio el mando a la chica, entró en el baño, dejó que sus tetas salieran de la copa del sujetador, se ajustó la blusa, y con pasos torpes se dirigió a la puerta de la estación buscando el banco. Se sentó dejando la estación a su espalda y esperó…estaba nerviosa, excitada, ansiosa y le costaba respirar. Repasaba el viaje que acaba de hacer una y otra vez en su mente, ya no pensaba en lo que iba a pasar, no podía, repasaba los mensajes, la cara del joven en la cafetería, la imagen de su braga empapada en el baño, el mensaje de voz, su voz…y de pronto sintió una mano grande y firme por detrás que le acarició la cabeza, bajó por su cuello y se metió en su blusa, y su voz le susurró al oído: “bienvenida perra, estoy orgulloso de ti, ahora vamos a disfrutar.” Y con un beso a traición mientras le pellizcaba los pezones hizo que olvidara todo y que volviera a chorrear.

3 comentarios

EMJO -

Ufff. sugerente, excitante, bien narrado... Poco más que decir...
un Beso

Petrus -

Yo te ordenaré el resto...

Petrus -

Me gusta lo que me has hecho sentir. Pero yo haría más larga la sesión previa. Te daría dirección y número de una habitación de hotel. Te ordenaría dirigirte a él, llegar, ducharte, escribir mi nombre en tu pecho, perfumarte y prepararte para mi. Desnuda, te tumbarias en la cama, ojos ciegos con un pañuelo oscuro, bolas chinas y ejercitarias el coño apretando y soltando hasta que notaras que yo entro en la habitación...