Blogia
Una sumisa

Dos años después...

¿Coincidencia o destino? No lo se, pero sin duda no deja de ser curioso que casi dos años exactos después del re-encuentro con mi ex-Amo, se haya vuelto a producir una situación similar. 

Tras aquel encuentro hace ya casi dos años las cosas han ido por diferentes caminos y la que escribe este blog ha vivido cambios más o menos drásticos, pero tal y como prometí en su día, con la cabeza y las ideas más claras (al menos en ciertos aspectos). Cierto es que la faceta de sumisa quedó algo relegada, aunque como a menudo he dicho, jamás desapareció y dudo (y también espero en cierto modo) que nunca lo haga, puesto que en realidad sigo anhelando que esa persona me encuentre y poder disfrutar como nunca, o al menos como antes. 

Para aquellos que han estado esperando leer cómo fue aquel encuentro, y en parte para agradecerles su interés y estos dos años de espera, diré que guardo con cariño aquel día en un rincón de mi ser y lo revivo a menudo. Fue quizás demasiado fugaz a mi parecer (siempre lo son cuando se trata de El, siempre me queda esa sensación de vacío cuando se va...). Sea como fuere me alegré enormemente de reencontrarle. Viví la espera con nerviosismo y excitación, y esos sentimientos no desaparecieron ni se atenuaron ni un ápice hasta pasados días de aquel encuentro. Lo recuerdo perfectamente y por eso puedo asegurar que volví a ser "yo" por unos instantes, por unos días...

Las circunstancias y mis anteriores experiencias hicieron que aquel día de febrero ese encuentro no supusiera un compromiso firme y sólido, pero no puedo negar que en parte y a escondidas en cierto modo, yo me comprometiera conmigo misma a no perder esos pensamientos y sensaciones y emociones que volvió a despertar El en mi. Supongo que por eso hubo otros encuentros esporádicos, mucho más fugaces que aquel que me dejaban al marcharse El un sabor amargo dentro, al pensar si habría una siguiente vez y cuándo sería. Curioso el ser humano, que a pesar de saber que un encuentro va a suponer horas, días, semanas o incluso meses (y en mi caso años) de añoranza, sentimentalismo y dolor interno, se empeña en desearlos aún más y revivirlos para mantener vivo no solo ese recuerdo sino también ese dolor y sentimiento de pertenencia. 

Esas mismas circunstancias de las que hablo arriba han hecho que me vuelva a sentir "viva". Pero no corramos, las prisas no son buenas. 

En estos dos años me he convencido de que quería algo más, tenía muy claro lo que quería, y desde luego no eran encuentros aislados muy de vez en cuando. Busqué tapar ese agujero que me dejaba cada vez que El salia por la puerta, lo busqué a mi alrededor y más lejos, y aunque en momentos se paliaba ese dolor, no he encontrado a nadie que haya sido capaz de alejarlo por completo.  

En cada instante y cada momento en el que sentía que desaparecía, algo dentro de mi hacía que me parara y mirara hacia atrás y entonces allí volvía a aparecer El, en mi mente, dentro de mi. 

En todo este tiempo, desde que le conocí, ha dado igual que nos separaran unos centímetros o incluso kilómetros, daba igual que hubiera 5, 200 o incluso 1000 kilómetros entre nosotros, yo siempre me he sentido suya y El siempre ha estado presente.

Hace un tiempo me prometí que solo me volvería a entregar del mismo modo que lo hice a la persona indicada. ¡Qué ingenua fui! ¿Acaso esperaba que apareciera esa persona con un cartel indicándome que era la adecuada? No, jamás apareció esa persona en este tiempo. Después pensé que quizás el error era esperar a la persona y decidí esperar el "momento", pero tampoco apareció. Y de pronto, aunque no convergían los detalles que yo esperaba de el "momento", el pasado viernes volvió a suceder.

Una vez me reencontré con Él. Volví a sentirme como una niña, como una adolescente viviendo su primer "amor". Cosquilleo en el estómago los meses y días previos cada vez que pensaba en El, cada vez que corría a casa para encender el ordenador y tan solo ver su "nombre" en la pantalla, cada vez que a solas en la penumbra de la habitación pensaba en El. Volvió a mi cara esa sonrisa "tonta", de la que no eres consciente, cada vez que recordaba algo de EL, me sorprendía a mi misma soñando despierta pensando en EL...

El viernes antes de partir a Su encuentro retomé mi costumbre de dedicarme un tiempo a mi, a prepararme para estar a Su altura. Había pasado mucho tiempo, demasiado quizás para mi, y no podía, no quería, que nada fallara. Algo dentro de mi me decía que esa vez todo iba a ser diferente, que no iba a ser otro encuentro fugaz que dejara un vacío después. Pensé una y mil veces en cómo iba a ser. Mientras conducía mi mente estaba imaginando el re-encuentro. Traté de hacer un guión, lo que haría nada más verle, cómo actuaría, lo que le diría... No quería olvidar ningún detalle ni decir o hacer algo que lo estropeara todo.La espera se me hizo eterna y pensé que no aparecería, pero no El no me defraudó.

Cuanto menos faltaba para por fin volver a verle, más nerviosa me ponía, más sentía ese cosquilleo que te paraliza, más me olvidaba de todo lo que tenía pensado hacer o decir. Y entonces, cuando por fin apareció, todo lo que había pensado o tramado, todo lo que me había prometido a mi misma que haría y no haría desapareció. Desapareció el nerviosismo y el cosquilleo, pero en su lugar apareció algo que me llenó aún más, Su presencia. Tan solo con verle a mi lado ese vacío que me acompaña tan a menudo desapareció, el simple hecho de estar en la misma habitación me calmó. No hace falta decir que se quedaron muchas cosas por decir y por hacer; nada de lo que tenía planeado sucedió; todo fue... nuevo, espontáneo y ... bonito. Apenas estuvimos 6 horas juntos y por momentos me daba la sensación de que estábamos más cerca que nunca. No hubo ni un instante malgastado, ni un segundo perdido, todo, absolutamente todo significaba algo.

Volví a sentirme Suya, pero esta vez no era como las demás. Esta vez algo hacía que fuera diferente. No me había equivocado, este encuentro fue algo especial, aunque no sabría explicar por qué, pero... esta vez, el vacío, que naturalmente volvió cuando El se marchó, no hace que me sienta lejos, me siento conectada a El, en cierto modo me siento Suya en la distancia y el silencio. No estoy preparada para entregarme sin miramientos a El, no del modo que solía hacerlo antaño. Hoy se que el día que, si llega ese día en el que volveré a ser Suya por completo, no habrá ningún pero, ninguna barrera o límite, ningún temor ni miedos. Si ese día llega, si El quiere volver a acogerme, yo estaré libre de mis propias ataduras y prejuicios. El día que los dos decidamos unirnos de nuevo nada habrá que nos condicione a vernos, a sentirnos, a querernos.

Y ahora, una vez más, pienso. ¿Cuándo llegará ese "momento"? No lo se, ahora no voy a esperar un "momento" ni a una "persona". Ahora tan solo se que casi la mitad de mi vida El me ha acompañado. El posiblemente no lo sabe, pero siempre ha estado ahí. Han sido muchos años, muchas temporadas separados sin apenas saber nada el uno del otro, mucha gente se ha cruzado en nuestros caminos y hemos aprendido a aceptarlo. Alguien del que jamás has sido capaz de desprenderte desde que le conociste y que siempre vuelve a aparecer con el paso del tiempo, aunque durante meses o años nada hayas sabido de El; una persona en la que has pensado cada instante de tu vida que tomabas una decisión; esa persona ha de significar algo en tu vida. No se si el destino nos llevará a terminar juntos, pero sí se que El siempre va a estar aquí, en el hueco que se ha formado a lo largo de estos años y que ha ido amueblándose con sentimientos y recuerdos. No importa lo que nos suceda, no importa lo que tardemos en volver a vernos, nada importa realmente, porque una parte de mi es y será Suya para siempre. 

1 comentario

Master 291 -

Es un placer volver a leerte. Deseo que ese sentimiento que vuelcas en tus palabras te haga feliz y llene tú anterior vacio.
Las personas siempre necesitamos a alguien a nuestro lado: bien sea físicamente o mentalmente. Alguien a quien recurrir en momentos difíciles, aunque solo sea recordando otros agradables.
Espero estes bien. Besos
M