Las vacaciones habían sido largas y deseaba volver a la rutina. Ya había hecho la maleta y no había olvidado Sus instrucciones: ropa cómoda para el viaje, a escoger entre falda o leggins, y jersey amplio pero con un generoso escote. Por supuesto iría sin bragas y con el huevo vibrador en todo momento en su sitio, para que Él pudiera recordarle Su presencia a través de las vibraciones que controlaba en la distancia.
"No olvides llevar también pañuelos en el bolso y un antifaz...para poder descansar los ojos de la claridad durante el viaje". Esa última recomendación la había hecho sonreír y enternecerse con Su preocupación hacia ella.
Aunque tenía muchas horas por delante los viajes en tren siempre le habían gustado. El paisaje a través de la ventanilla, las historias ocultas tras cada pasajero, la posibilidad de evadirse y adormecerse con el vaivén de los vagones...tenía algo de romántico todo aquello.
Una vez hubo acomodado su equipaje y sus posaderas sobre su asiento observó a su alrededor. Era cerca de media noche y la mayoría de los pasajeros estaban ya dormidos; algunos aún con los libros sobre el regazo, otros con los cascos puestos. Ella se reclinó sobre su asiento y buscó en su bolso lo indispensable: un botellín de agua, una revista, un cuaderno y su bolígrafo. Cogió su móvil y le mandó un mensaje a su Amo diciéndole que ya estaba sentada y que el tren salía de la estación. Dejó el teléfono sobre la mesa reclinable, junto al resto de cosas y miró por la ventana.
"Buen viaje cachorra" leía mientras sonreía como una idiota a la pantalla. Giró de nuevo la cabeza hacia la oscuridad de la noche y apoyó la cabeza contra el cristal, como si tantas imágenes en su cabeza hicieran que le pesara.
Lo bueno de viajar de noche es que apenas hay ruidos ni movimientos que perturben. La tranquilidad y el silencio son casi totales, a excepción de algún resoplido suave y algún destello de pantalla en algún asiento.
Habían pasado ya un par de horas y casi estaba dormida, pero la vibración que comenzó a sentir en su interior hizo que pegara un bote en su asiento. Los colores se le subieron a la cara y miró intranquila a su alrededor pensando tontamente que alguien pudiera percatarse de Él había entrado en acción activando el huevo. Aunque sabía que nadie iba a escuchar la vibración, decidió levantarse y dar un paseo hasta la cafetería. Al ser de noche no había servicio, tan solo una máquina expendedora. Se sentó en un taburete junto a la ventana y apretó los ojos tratando de ver algo del exterior. Todo estaba tan oscuro que no reconocía por donde estaban pasando.
El ruido de la puerta la sobresaltó. Un joven con aspecto somnoliento entró al vagón y se dirigió a la máquina. Comenzó a rebuscar en los bolsillos de su pantalón, pero parecía que no encontraba lo que quería. Ella decidió apartar la vista y centrarse de nuevo en la oscuridad.
"Disculpe, ¿tendría cambio? Solo llevo un billete de 5 y la máquina no lo coge"
Con una sonrisa que trataba de ocultar la excitación que le provocaba el huevo vibrando dentro de ella, metió la mano en el bolso buscando la cartera. La sacó y al hacerlo notó como algo le caía al suelo. El joven se agachó rápidamente y le devolvió con una sonrisa cómplice el antifaz junto a las llaves que colgaban de un llavero con un trisquel. Por momentos le pareció que el chico la observaba y la examinaba con una sonrisa picarona, mientras ella no dejaba de clavar la vista en la cartera en busca de monedas. Con la mano temblorosa ante tal situación le acercó unas monedas al chico, que las cogió rozándole la mano sin quitar la sonrisa de su cara.
Mientras él estaba de espaldas cogiendo algo de la máquina ella se apresuró a guardar todo y tratar de tranquilizarse y convencerse que eran imaginaciones suyas. Se volvió a sentar en el taburete y entonces se percató de que el huevo ya no vibraba. Una mueca de contrariedad le asomó a la cara. Volvió a mirar por la ventanilla.
"¿Quieres algo?" escuchó a su espalda.
"Oh, no, gracias, muy amable" contestó casi por inercia.
"Espero que no te moleste que te haga compañía"
"Ehmmm, no...claro...por supuesto...no hay problema" no había duda de que aún no se le había pasado la vergüenza.
El joven era agradable y su conversación, para ser un desconocido, no era aburrida. Hacía que el viaje resultara más ameno.
A través del cristal comenzaron a aparecer luces y el tren aminoraba la marcha. Llegaban a una parada. En los andenes no se veía a nadie y la estación parecía cerrada. En apenas un par de minutos el tren reanudó la marcha y justo en ese instante su móvil vibró.
"¿Qué tal el viaje cachorra?"
De nuevo los colores le subieron a las mejillas y pidiendo disculpas al joven se apresuró a contestar a su Amo.
"Todo bien. En la cafetería hablando con un pasajero" le contestó.
Nada más enviar el mensaje el huevo comenzó a vibrar de nuevo y ella no pudo evitar un ligero movimiento con sus piernas, apretándolas fuerte tratando de amortiguar el sonido imperceptible de la vibración.
Esta vez su acompañante sí noto algo, porque sus ojos bajaron de inmediato a su entrepierna, y sonrió mientras le preguntaba si todo iba bien. Cuando estaba a punto de abrir la boca para responder la puerta de la cafetería se abrió de nuevo y apareció Él. Con paso decidido se acercó a ellos y se presentó. Ella no sabía cómo reaccionar, no tenía que estar allí, no podía...era imposible...Él estaba...bueno, tenía que estar...
"Hola pequeña, ¿es que no vas a saludarme?"
Su sonrisa no podía ser más cómplice, irradiaba control. Era como si se esperara exactamente lo que se había encontrado.
Durante unos minutos permanecieron los tres allí sentado, hablando, bueno, ella no acertaba a hablar, estaba demasiado descolocada y las vibraciones del huevo y Su mano metida por debajo de sus leggins no ayudaban.
Estaba tan desconcertada que no terminó de entender las siguientes palabras de su Amo: "creo que ya hemos hablado lo suficiente, ¿no creéis?"
"Estoy de acuerdo" respondió el joven.
Y como si hubieran recibido una señal que ella no vión, los dos se levantaron a la vez.
"Vamos cachorra"
Ella no salia de su asombro, no podía todavía entender lo que estaba ocurriendo, de modo que se puso de pie y simplemente se dejó guiar como tirada de una correa.
Los tres recorrieron el pasillo de los vagones siguientes, hasta llegar al asiento que ocupaba ella. Él cogió su maleta y le indicó que continuara caminando delante, siguiendo al joven desconocido.
Llegaron a otro vagón y allí Él abrió la puerta de un compartimento. Era uno de esos coche-cama, con cabina de baño dentro. En la percha, detrás de la puerta, colgaba un collar, su collar, con su correa y las pinzas que colgaban de la argolla. ¿Cómo había llegado eso ahí?
"Creo que ha llegado el momento de que te pongas ese antifaz que llevas en el bolso" le dijo mientras se acomodaba junto al otro joven en el asiento junto a la ventana.
No quería ser descortés, y menos aún desobedecer, de modo que sin apartar la vista del collar, rebuscó en el bolso y sacó el antifaz. Le miró y la calidez de sus ojos la tranquilizaron. Estaba todo bajo control, no había de qué preocuparse y Él estaba allí, ¿qué más podía pedir? Su desconcierto fue poco a poco transformándose en curiosidad y después en deseo. Intercambió unas miradas con su Amo y obedeció poniéndose el antifaz.
Segundos después unas manos comenzaron a quitarle los zapatos mientras un escalofrío recorrió su cuerpo. Ya no podía evitarlo, comenzaba a excitarse. Ya había olvidado todo pudor o incertidumbre.
Las mismas manos la fueron desnudando poco a poco mientras su cuerpo se estremecía. Una vez desnuda sintió el tacto del cuero sobre su cuello y el tintineo de la cadena y las pinzas le hizo sonreír.
Oyó cómo se abría la puerta que conducía al baño y unas manos la guiaron hasta la ducha. El primer chorro de agua sobre su cuerpo desnudo hizo que se le escapara un leve grito, pero en seguida se sintió reconfortada por el agua templada y unas manos que recorrían su cuerpo enjabonándola.
"Creo que ya no va a necesitar esto" escuchó mientras le sacaban el huevo de su entrepierna. Notó como algunas gotas de su fluido le resbalaban por el interior del muslo, pero en seguida se mezclaron con el jabón que escurría por su cuerpo.
El roce de las manos sobre su cuerpo desapareció para dar paso a una lengua que recorría su pierna en sentido ascendente hasta llegar a su sexo. Estaba ya demasiado excitada para poder abandonarse al placer sin que el orgasmo llegara pronto, de modo que comenzó a morderse el labio como solía hacer cuando eso ocurría.
"Tranquila cachorra, puedes correrte cuando quieras"
Sus palabras la tranquilizaron y se dejó llevar, tratando de llevar sus manos hasta la cabeza que comenzaba a moverse en su entrepierna.
"No, no. No te muevas. Solo disfruta"
De inmediato levantó los brazos y los estiró para poder llegar a las paredes de la ducha, tensando su cuerpo mientras sentía la lengua haciendo círculos alrededor de su excitado clítoris. Sus piernas comenzaron a temblar cuando notó los dedos penetrar en sus dos agujeros. No iba a aguantar mucho. Sus jadeos eran cada vez más fuertes y trataba de no moverse, aunque no podía evitar balancearse ligeramente de delante a atrás.
En apenas unos minutos no aguantó más y al sentir todos los dedos dentro de ella y la lengua cada vez más rápida y juguetona en su clítoris, contrajo todos los músculos del cuerpo, arqueando espalda y piernas mientras un grito de placer salía de su boca.
La lengua paró y los dedos desaparecieron, y en un acto reflejo ella junto las piernas y las apretó fuerte mientras las doblaba.
"Ahora es su turno. Tu ya has tenido lo tuyo por hoy" dijo su Amo.
La sacaron de la ducha y la secaron para después guiarla y arrodillarla delante del asiento.
Noto el miembro duro en sus labios y no dudo en abrir la boca y comenzar a chupar. Cuando iba ayudarse de las manos sintió como tiraban de sus brazos hacía su espalda y escucho el ruido metálico de las esposas al cerrarse alrededor de sus muñecas. El metal frío sobre su espalda hizo que se arqueara, pero no dejó de chupar y de lamer. No tenía prisa, quería disfrutar del momento, pero no se lo permitieron. Las embestidas a su boca tomaron velocidad y comenzó a babear. Notaba como volvía a mojarse, notaba como volvía a resbalar líquido por sus muslos. Una mano sobre su cabeza le marcaba el ritmo y le impedía descansar o tomar aire. Le gustaba, esa sensación de control sobre ella, los jadeos de satisfacción y placer que su boca estaba dándole a aquella polla. Comenzó a concentrarse en no volver a excitarse demasiado, porque sabía que ya no debía correrse, no podía.
Unas manos comenzaron a pellizcarle bruscamente los pezones hasta ponerlos duros, para después ponerle las pinzas y seguir jugando con ellos. El tintineo de las cadenas con cada embestida era cada vez más fuerte y su control para no correrse también.
Mientras seguían follándole la boca notó una fuerte embestida desde atrás. Sin miramientos una polla se metió fuerte dentro de su vagina. La sorpresa hizo que se tensara y parara, pero no podía, no podía hacer nada, solo podía dejar que la penetraran y disfrutar con ello.
"Lo estás haciendo muy bien cachorra, pronto tendrás tu recompensa"
Su cabeza iba a mil, no sabía quién estaba delante ni quién estaba detrás, y lo cierto es que tampoco le importaba, ya no pensaba, solo disfrutaba, disfrutaba de ser usada, disfrutaba de dar placer, disfrutaba sirviéndole a Él y al desconocido.
Las embestidas en su boca y en sexo se acompasaron y los pellizcos en sus pechos eran cada vez más fuertes.
De pronto la polla salió de su boca y una mano la agarró bruscamente del pelo tirando hacia atrás de su cabeza. El ritmo de las embestidas comenzó a acompasarse con una mano sobre sus nalgas que eran azotadas con dureza. Comenzó a sentir el semen caliente en su cara e instintivamente saco la lengua para saborearlo.
"No perra, no lo tragues. Deja que te cubra la cara"
Cerró la boca y sintió como escurría desde su frente, pasando por debajo del antifaz.
Los azotes en el culo eran cada vez más fuertes y ella no paraba de moverse tratando de acompasar las embestidas. Sus jadeos se habían convertido en gritos. No podía correrse, no debía correrse, lo sabía, pero...no pudo evitarlo, y en el mismo instante en el que sintió como su coño se inundaba de semen caliente su cuerpo reaccionó chorreando por dentro y arqueándose por fuera mientras un grito de placer se le escapaba.
La mano que había estado tirando de su pelo pasó por su espalda hasta llegar a sus nalgas y acariciarlas dulcemente.
"¿Te has corrido, verdad cachorra?"
Avergonzada asintió, sin siquiera poder articular palabra.
Agachó la cabeza, pero Él se la levantó, le quitó el antifaz y mientras la besaba dulcemente le dijo:
"No te preocupes, no pasa nada, te has portado muy bien. Ese ha sido tu premio. Ahora descansa"
Se dejó caer en el suelo y Él la cubrió con una manta.
En apenas unos minutos ya estaba dormida y no escuchó cómo el joven desconocido felicitaba a su Amo y se despedía.
"Cuídala, no solo es una chica encantadora, también es una magnífica sumisa. Cuando despierte, felicítala de mi parte"