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Una sumisa

El Hotel

Ese fin de semana iban a encontrarse de nuevo, y como de costumbre ella no sabía lo que se iba a encontrar, pero Él lo tenía ya todo planeado en su mente.

Cuando se levantó por la mañana comenzó con su ritual previo, prepararse para Él. No podía olvidarse de nada, piel suave y con un olor agradable, cabello, manos y pies cuidados, vello reducido al mínimo, ropa que permitiera un acceso rápido y fácil a cualquiera de las zonas de su cuerpo que a Él se le antojara y esta vez además, un corpiño por debajo del pecho que dejará sus generosos senos al aire, pero en su sitio.

Ya preparada salió de casa al encuentro de su Señor. Habían quedado en la cafetería del hotel donde iban a hospedarse. Cuando llegó Él aún no estaba, de modo que se acomodó en una mesa junto a la ventana para poder verle llegar. El hormigueo y cosquilleo propios del nerviosismo y la excitación cada vez que se veían la instaba a pedir algo más fuerte que un refresco, de modo que optó por una cerveza. En el mismo momento en el que la pidió no pudo evitar sonreír al pensar en lo que diría Él al verla: “borracha”. Le gustaba cómo sonaba aquello de sus labios.

Cuando por fin llegó ella casi había terminado la cerveza, de modo que tras una sonrisa, un beso cálido y un apretón de nalgas al levantarse, se dirigieron al ascensor. Ella delante, Él detrás observándola.

“¿Estás preparada cachorra?”

“Para Usted siempre”

Esas fueron todas las palabras que necesitaban decirse. Las miradas decían el resto, la de ella hacía el suelo, nerviosa, impaciente. La de Él perversa, divertida.

Nada más entrar en la habitación llegó la primera sorpresa. No iban a estar solos. Un joven de aspecto desaliñado estaba de pie junto a la ventana. Ella no pudo evitar girarse hacia Él y preguntarle con la mirada, pero Él solo sonrió y le indicó que se sentara en la cama.

El joven la miró de arriba abajo, como el que inspecciona a un niño antes de salir de casa. Ambos se saludaron e intercambiaron unas palabras que ella no alcanzó a entender. Él cogió la bolsa que traía ella con todos los juguetes, la dejó junto al sillón y se sentó.

“Cuando quieras” le dijo al joven.

En ese instante se le pasaron mil cosas por la cabeza a ella, pero no era capaz de ordenarlas.

El joven se acercó a ella y comenzó a acariciar su cuerpo por encima de la ropa.

“Quítate la ropa cachorra para que pueda contemplar toda tu belleza” le dijo Él.

Pausadamente se levantó de la cama y comenzó a desabrocharse la blusa. Dejó caer los pantalones y se quedó de pie inmóvil con sus medias, su tanga y su corsé.

El joven empezó a acariciarle los pechos y después siguió recorriendo todo su cuerpo con sus manos. Ella no paraba de mirarle a Él, quien estaba inmóvil en el sillón y observaba con una sonrisa en los labios.

Una vez que las manos del joven habían palpado cada rincón de su anatomía se desabrochó el pantalón y se sentó en el borde de la cama. No hizo falta que le dijera nada, ella comenzó a masajear y a chuparle la polla a aquel completo desconocido mientras sentía los ojos de Él clavados en su espalda. Saber que la observaba y que además estaba disfrutando con lo que veía le dio más confianza y la ponía cada vez más cachonda. Pronto sus inseguridades y vergüenza desaparecieron y lo único en lo que pensaba era en Él, en Su placer, y en hacer que se sintiera orgulloso de ella.

Por la reacción de aquel joven ante los movimientos de su boca y su lengua sobre su polla debía estar haciendo un buen trabajo y eso la motivaba más aún y también la mojaba. Ya comenzaba a sentir como su entrepierna palpitaba y sus pezones se ponían duros. Continuó chupando mientras las manos de aquel joven la agarraban del pelo y la guiaban en el ritmo al que debía de moverse.

Sin mediar palabra el joven se levantó y la tiró sobre el borde de la cama, abriéndole bien las piernas y embistiéndola con fuerza. Con una mano estrujaba su pecho haciendo que sus pezones se pusieran más duros todavía y con la otra la azotaba, aunque no con tanta fuerza como solía hacerlo Él.

Mientras el chico no paraba de follarla ella comenzó a tocarse el clítoris buscando más placer y cerrando los ojos, tratando de imaginar la cara de su Señor contemplando aquella situación.

Bruscamente la levantó por el pelo y le dio la vuelta. Los ojos de aquel joven estaban llenos de lujuria y placer. La tumbó boca arriba y con una pierna sobre su hombro la penetró de nuevo con fuerza. Sus manos no paraban de apretarle y de jugar con sus pechos, que se movían con cada embestida, cada vez más fuerte, cada vez más profundo. Ella volvió a deslizar la mano hasta su clítoris mientras trataba de ver a su Amo sentado en el sillón. Cruzaron una fugaz mirada y Él le indicó que podía correrse cuando quisiera. Ante tal regalo no lo dudó y se concentró en sentir aquellas punzadas de dolor y placer sobre sus tetas, aquella polla dura penetrándola sin piedad y su mano jugando con su clítoris. Abrió los ojos para mirar al joven y le pareció que estaba a punto de correrse, de modo que no retrasó más su propio placer y se abandonó al orgasmo. Sintió como su espalda se arqueaba, como contraía los músculos de su coño y cómo se inundaba de fluidos. Un profundo gemido salió de su garganta. Él seguía follándola y ella acalorada seguía apretando con fuerza para sentir más aquella polla extraña. Cuando el joven ya no pudo más sacó su polla y se corrió sobre ella.

Todavía con la respiración entrecortada y sintiendo el calor del semen sobre su cuerpo buscó la mirada de su Amo. Seguía sentado en el sillón y había sacado y dispuesto todos los juguetes de la bolsa sobre la mesa que estaba al lado. Aquella visión hizo que volviera a excitarse y no pudo evitar sonrerir. Él se levantó y fue con el joven al baño. Mientras se limpiaba Él se acercó a ella con una toalla húmeda y comenzó a limpiar el semen de su vientre. La beso con pasión y le susurró al oído: “gran trabajo, estoy muy orgulloso de ti. Ahora nos tocará a nosotros solos cachorra”.

1 comentario

Frank -

Este relato me fascina. "Gran trabajo, estoy muy orgulloso de ti" qué frase...
Hace mucho que no publicas, pequeña. Lo extraño.